+507 225-1782
BLOGS
El ser humano está en continuo cambio desde su concepción hasta el último momento de su vida. Día a día, mes a mes, años tras año, las personas experimentan cambios a nivel biológico, psicológicos y sociales.
Contamos la vida en años desde que nacemos; sin embargo, la vida comienza aproximadamente 266 días (9 meses) antes del nacimiento, en el momento de la fecundación; donde un óvulo y un espermatozoide se unen. Se produce una combinación del ADN del uno y del otro, creando así la vida de una persona única, primero un embrión, luego un feto y, después, un bebé que sale a recorrer el camino de la vida pasando por varias etapas del desarrollo humano: infancia, niñez, juventud, adultez y finalmente la vejez.
El cristiano debe aprender a respetar y cuidar la vida. Para ello, necesitamos saber lo que la Biblia nos enseña al respecto. Y, en el hacerlo hay sabiduría, pues, el Salmista escribió: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Sal. 90:12). Conocer las características y desafíos de cada etapa de la vida del ser humano nos ayuda a prepararnos de una mejor manera para hacerle frente y sacar el mejor provecho de ella. No hacerlo, es causa de muchos conflictos personales, familiares y sociales.
Iniciamos declarando que el cristiano debe aprender a valorar la vida porque Dios valora la vida., pues, Él es el autor de la vida. Como hemos dicho: el concepto de familia en la Biblia comienza con el matrimonio.
Es decir, la unión de un hombre y una mujer en el vínculo del matrimonio (Gn. 2:24; He. 13:4). De la unión sexual entre un hombre y una mujer vienen los hijos, sea dentro o fuera del matrimonio. Pero, cuando estos vienen dentro del seno de un matrimonio amoroso y fiel, los hijos tienen mayor oportunidad de crecer con una memoria feliz y sana que le capacita para vivir la vida de manera plena y con la madurez necesaria para convertirse en padres y bendecir las generaciones que vienen tras él o ella.
Hoy, vemos a la luz de Las Escrituras, la etapa PRENATAL del ser humano. Es que el salmista entendió que más allá de la intervención humana en la concepción, estaba el milagro de la participación divina (Sal. 139:13-16). Por un lado, en un mundo donde no se respeta la vida y el aborto es la norma en muchos lugares, para el creyente es un asunto ético; pero, por el otro, el gozo de la concepción y la maternidad es algo que debemos valorar.
Pastor José A. Martínez
Categoria
Posts Recientes