“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe” (1 Jn. 5:4)
Cuando venimos a las Escrituras, encontramos que hay tres clases de hombres: el natural, el carnal y el espiritual. El natural: este no conoce a Dios y no es salvo y no se puede apropiar de las promesas de Dios (1 Co. 2:14). El cristiano carnal: este ha conocido y experimentado el amor de Dios; pero, no ha crecido en la fe, se ha quedado como un niño espiritual (1 Co. 3:1-3). Por lo tanto, no ha aprendido a confiar en las promesas de Dios. Y, el Cristiano Espiritual (Gal. 2:20). Este ha crecido y está creciendo en la fe; tiene madurez espiritual. Cree y se apropia de las promesas de Dios.
También nos enseñan las Escrituras que el cristiano batalla día a día con tres enemigos: la carne (Ro. 6: 12,13), el mundo (1 Jn. 2:15-17) y Satanás (Ap. 12.9,10).
Muchos estamos experimentando conflictos en nuestra vida personal. Hay ansiedad, depresión, dudas, problemas económicos, conflicto en los matrimonios y la familia, padres ancianos y enfermos, problemas de salud, temor al ver que el negocio se está hiendo abajo y, muchas otras situaciones amenazantes. ¿Cómo podemos encontrar victoria en medio de esto?
Por otro lado, el mundo es un sistema corrompido y colapsado que nos asfixia y atemoriza. Escuchamos de guerras y rumores de guerra, hambres, pestes, terremotos, desastres naturales, enfermedades, tormentas económicas, inmoralidad en aumento, violencia, etc. Es un mundo caído y hay demonios que influyen en las esferas espirituales que causan opresión, afectan las decisiones políticas y económicas de las naciones, causando estrés, angustia y temor en el cristiano. ¿Cómo podemos ser victoriosos en medio de esto?
Y, Satanás que siempre está allí para dañar, matar y destruir (Jn. 10:10a). Es el archienemigo de Dios y de los cristianos. Es un homicida y es un mentiroso (Jn. 8:44). Todos los días anda buscando a quién devorar (1 P. 5:8), no se cansa de acusar al creyente (Ap. 12:10) y siempre trata de dispersar el rebaño de Dios.
Todo esto es parte del escenario que nos rodea, oscuro, gris, con olor a muerte y desánimo. ¿Cómo podemos sobreponernos y tener una respuesta de victoria? Necesitamos aferrarnos a las promesas de Dios y con ellas CONTRARRESTAR los ataques del mundo espiritual, enfocarnos no en la realidad tormentosa, sino en una actitud de fe (1 Jn. 5:4). En esto reflexionamos hoy.
Pastor José A. Martínez
